Amada Rabia

El sentimiento femenino de rabia, indignación e injusticia, entre otros, ante la desigualdad de géneros, ha estado parcial o completamente en nuestra sombra personal y colectiva por muchos años.
La rabia; tan reprimida y cuestionada socialmente. Y por lo mismo, esencial para provocar el temblor que genera el feminismo hoy.
Para recuperar la rabia, hemos tenido que trascender un arquetipo fuertemente inculcado; “la niña buena”, sin permiso para enojarse. Y probar otras formas, más allá de los moldes prefabricados que se nos ofrecen. La gran travesía hacia el encuentro de nuestra rabia, nos ha servido de abono y su revalidación, es la fuerza que permite, este despliegue tan liberador.
Gracias a la resignificación de la rabia femenina hemos recuperado nuestra voz, hemos recuperado una parte esencial del ser humana. Lo que parecía incorrecto es en realidad nuestro tesoro.
Como escribí en un post anterior, la sociedad patriarcal nos ha construido de forma disociada. Destacando algunos atributos femeninos, y reprimiendo otros, es decir, colocando parte del ser mujer en la sombra. Se destacan las cualidades que estén en función de un otro, negando la posibilidad de autonomía y libertad.
La rabia es el sentimiento evidente ante estas represiones, que absolutamente todas las mujeres de nuestra sociedad vivimos a diario. Hoy con toda esta genuina y maravillosa revolución de mujeres, reivindicamos la rabia, porque creemos sin duda que es justo sentirla y por fin es así, cuanto tiempo llevamos culpándonos a nosotras mismas… ¡Cuanta fuerza contiene este sentimiento silenciado por siglos! Presiento que esto es lo que asusta y provoca tanta incomodidad alrededor. La rabia femenina remueve y cuestiona un sistema social, político, económico, cultural y religioso.
La rabia es una aliada que rompe con rígidas creencias y aniquilantes sistemas de relación.
La rabia reconocida es valiente, inteligente y creativa.
La revolución femenina y el movimiento feminista se manifiesta con admirable certeza y está removiendo profundamente la psiquis colectiva, obligándonos a mirar nuestra relación con lo femenino. Lo femenino es la sombra de nuestra historia e integrarlo no solo es un trabajo colectivo, sino que es un reconocimiento importante que comienza adentro. Observar, reconocer, visibilizar y luego, dar nuevo cauce a nuestras emociones, aun que no parezca ¡Es el comienzo de una revolución!
Loreto Contreras Herrera